02 diciembre 2011

ESCUCHAR A LOS TATAS

   El pasado viernes 18 la Cofradía de Baile Chino Adoratorio cerro Mercacha de la Escuela El Sauce, participó en un Encuentro de Sabios Indígenas de toda América en Casablanca V región. Se reunían ahí una vez más, los tatas o guías espirituales de distintas comunidades del continente, Totonacas, Guaraníes, Siones de Colombia, Mapuches del sur chileno, Collas del norte grande, Dakotas de Norteamérica, y otras etnias del Amazonas y del altiplano andino. Realizarían ceremoniales para rezar en conjunto agradeciendo a los antiguos dioses, la tierra madre, el sol.

   Nuestra hermandad de chinos fue invitada por la organización Raíces de la Tierra, para unirse a este rezo con el “sonido rajado” del valle grande del Aconcagua. Fuimos también a oír la enseñanza de los tatas como han hecho las culturas más sabias de la historia humana, ya que las antiguas comunidades podían sobrevivir a las adversidades de la naturaleza escuchando los consejos y tradiciones de los abuelos. Ellos ahora traían su canto para sanar con ello la maltratada salud de nuestra tierra.

   Participamos en varias ceremonias de sanación espiritual. EL Temazcal fue la más potente de todas. Consiste en sudar en un domo a partir del calor que desprende el fuego y el vapor. El sentido de la sanación era hacerse más fuerte con este ritual ancestral, vencer nuestro propio miedo y renacer.

   Las ceremonias estaban repletas de jóvenes, cientos que venían de todo Chile. Querían escuchar el canto de los abuelos, volver al tiempo pasado en que la palabra y el canto, llenaban los hogares y daban sentido a las vidas. Hoy con dificultad la sociedad encuentra sentido a su precario deambular y la mayoría de las veces trata de llenar los vacíos, con mercancías y consumismo. Por eso la necesidad de volver a escuchar la palabra antigua y sabia, pues allí está acumulado aquello que somos de verdad y que era la fuente de la plenitud de los antepasados.

   Uno de los tatas venido del pueblo Totonaca, nos iluminó con una imagen. Nos decía que todos los pueblos originarios de América habíamos sido cortados como se tala un árbol, sin embargo, las raíces de ese árbol americano aún están unidas y entrelazadas bajo la tierra y aunque no estén a la vista, lentamente nace nuevo follaje desde las profundidades de la Pachamama.