14 mayo 2014

DONDE NACE EL SONIDO DEL VALLE

   
   Quedará escrito que el  3 de Mayo del 2014, cien peregrinos y vasallos chinos subieron sorpresivamente a un pequeño cerro, a colocar y renovar una antigua cruz en ruinas. Se dirá también, que ese día el suelo debería haber estado mojado, pero que el sol no quiso acabar con la sequía, que hace años visita Aconcagua.

 Se recordará que aquella tarde, cantaron a la nueva Cruz don Manuel Arancibia del Baile del Niño Dios de Llay-Llay, Fernando Montenegro, por el Baile San Victorino de Calle del Río, y Mario Martínez, el alférez del Baile dueño de Casa, Adoratorio Cerro Mercacha. En la ceremonia, Montenegro, conocido como Caballito Blanco, cantó además con el Baile de la Piedra Santa de Llay-Llay y Aconcagua Salmón de San Felipe.
  Podremos decir que vinimos de todas direcciones y que se utilizó el mismo sitio en que, hace 600 años, se celebraban rituales andinos. Pero no sólo eso, en este cerro se congregaban, representantes de las comunidades aconcagüinas de los pueblos originarios. En esa pequeña cima, se bebió abundante chicha traída de los rincones del valle, para animar la reunión y para estimular la convivencia y la interacción pacífica en base al baile y de seguro, también al canto ceremonial.
   Es este, el sitio que recuperamos, renovando nuestro aprecio al cerro grande del Aconcagua y al mismo tiempo elevando esa inconfundible Cruz, hicimos nueva alianza con la divinidad.

  
  Se deberá decir finalmente, que los chinos más pequeños, los pertenecientes a la Cofradía más joven, la andina, la hermandad que tiene su altar mayor, en la cima de un cerro, en dónde quizá nunca se había chineado, pero en el sitio exacto en que se representa en los cielos, la alineación de la tierra con el cosmos; esa cofradía, ese 3 de Mayo, con la humildad que ameritaba, entregó a cada Baile Chino Aconcagüino, magníficas flautas confeccionadas con las manos de artesanos dedicados como pocos, a la creación de estas escasas piezas de madera.

    Los artesanos de las Flautas Obsequiadas fueron don Daniel Ponce de El Venado en Quebrada de Alvarado, Rodrigo Yau de Olmué, Sergio Contreras de Valle Hermoso, Rodolfo Medina del Valle del Mapocho y Don Luis Molina de San Felipe. Las flautas vinieron a refrescar los instrumentos de estos antiguos bailes y a renovar la resonancia de Aconcagua. Así, esa tarde, el cerro la Cruz de Catemu, volvió a ser el lugar donde nace el sonido del valle.

1 comentario:

Camila dijo...
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